miércoles, 20 de julio de 2011

Casi




Siete góndolas negras paseando por Venecia. Siete góndolas cayendo en su propio reflejo.



Estás a punto de llegar al meollo del asunto, a punto de tocar la palabra apropiada cuando decides arrepentirte y seguir buscando.

En Venecia, por qué no, si miras la imagen que se forma cuando te inclinas un poco, pongo mis manos al fuego por ti, pues sé que ni Li Po ni Narciso podrían vivir en tú interior.



Cuando únicamente hay siete, una espera por ti.



Todo lo que dices y no, lo que sí y no es. Lo que me parece y refleja otra cosa. Lo que haces con tu poesía me recuerda el trayecto en aquellos canales. Te refieres a la soledad, aderezos de sal, angustias y amores tiritantes; fluyen como corriente marina entre los remos del italiano ¿qué canta? Que canta y al compás de su voz voy descubriendo algo ya conocido.

Tu poesía bien encamina, bien podría ser la forcola de un gondolero.



Voy descubriendo algo ya conocido. Eso que dices es un reflejo de aquella noche en Venecia, siete góndolas flotando y el canto. Y eso es a penas algo, apenas un casi de lo que tu mar trae en el interior de todas esas botellas corchadas.





Para Mariana

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