miércoles, 27 de julio de 2011

Lluvia de reconocimiento


Preludio
Contemplo, torciendo el cuello en todas las direcciones, incluso alzando la vista al cielo en espera...¿de qué? del instate. Con el presentimiento de que el aire será centinela y anticipará lo que mis ojos buscan. En cada silueta del agua, entre cada forma de los árboles reflejada en el agua. Espejo. En las hojas que flotan y se arrullan. En las flores sin color, en lo cromático de tu recuerdo, en lo insípido de la distancia inexistente.
Espiral que se gira sin fin y regresa; lucha enzarzada de voces, palabras; el sabor, el gusto. Humores.
La lluvia impalpable, la lluvia con olor a anhelo que se deshace en gotas y que escurre por todo el cuerpo; llena todas las calles, se derrama por las banquetas, deslava el polvo de los resquicios renuentes que se transforman en la nada que se atora con mis pasos. Entorpecidos caminan y llegan. Lluvia de necesidad, hambre con saciedad lejana. Imaginación de manjares como espejo de deseos con esperanza halagüeña. Reflejo. La tempestad no amaina. Chubasco ansiado que se lleva todo, no deja ni el eco de los pasos torpes. Agua dulce, vital y mortífera.
El mismo aire. Deseo. Impetuoso.
Me estoy desliendo.

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