Luchemos
por lo que nunca será,
digo
mientras sepulto tu mirada en la noche
de
horrores minerales,
luchemos
por cerrar los párpados
ahora
que la esfera de sangre se avecina,
rezo,
mientras pierdo tu nombre
al
vilo de la manecilla.
Toda
la vida luchando en el tiempo,
contra
el tiempo,
oh
tiempo de coralino sexo,
oh
tiempo de cráteres líquidos
ofrendado
a los Dioses de la Basura,
para
que en un sólo segundo
(escama
de lumbre o caricia)
todos
los siglos converjan
en
una misma tragedia zurcida a besos.
Toda
la vida luchando por la vida
o
contra ella,
contra
la vida de anestesias mórbidas
y
gangrenas dulces como un yerro,
y
que del coito de brea
nazcamos
a la muerte viva
o
muramos en la vida muerta.
Toda
la palabra luchando por un verbo,
verbo
que labre tu rostro
y
que me enuncie,
invisible
tuétano,
para
que al final de los finales
la
promesa sea una daga fría,
la
respuesta un dolor totémico,
para
que al final de los finales
(en
el magma de la yerba)
sólo
para decir adiós sea el verbo.
Soy
el buscador demente de tu aliento,
voy
por la corteza vítrea
de
un firmamento deglutido.
Soy
el guerrero castrado de tu enigma,
resisto
en el silencio
lo
que no puede decirse todavía.
Paradoja
macabra, sí,
porque
siempre he sido el merolico
o
la semilla de la locura
que
niega la realidad para habitarse,
niega
sus alcázares de asfalto,
el
veneno crepuscular de la carne,
niega
la insoportable grieta de
obsidiana
que
se abre entre uno y otro amante
(como
cortador rocío o afilado aire)
al
decir “amor” sin poder llamarse.
Qué
tristeza la de ansiar un mundo
sin
el mundo,
qué
nostalgia impúdica la de añorar
todo
aquello que no sea el mundo.
Desear,
por ejemplo, una persecución
de
azúcar entre dos espejos,
un
abrazo urgente de palabras huecas,
desear,
qué sé yo, el hallazgo terrible
de
tu boca como la uña de un lucero.
O
querer ir más allá, combatir
por
lo inefable de la hermosura cérea,
por
un Dios de tiempos subvertidos
y
suicidios geométricos.
Y
aún más allá, luchar, luchar
(a
través del insomnio triangular)
por
decirte mía afuera del espacio
y
de los tiempos,
en
el límite letal de la pesadilla,
por
decirme tuyo o siempre nuestro.
Los
besos de anfibio mutilado
se
confundían con el brillo caníbal
que
la noche desprendía.
Dábamos
patadas de ahogado en vez
de
besarnos,
mordíamos
el líquen de las heridas
porque
nadie quería, nadie,
acortar
la despedida.
Amar
es nunca decir adiós, no aquí,
en
el reino de la anemia,
ni
allá, en la prisión de los arpegios,
sino
más y más allá, en la fantasía
que
queda inhumada entre renglones,
en
la llaga del delirio trémulo.
Amar
es prolongar el embrujo del sueño,
amar
es cerrar los párpados
a
toda costa mientras se besa,
no
mirarte con mi mirada
de
tezontle ardiendo,
sino
con la otra,
la
mirada interna de un Paraíso crucificado
en
el silencio,
la
mirada sincera que mira nada
y
lo niega,
la
mirada del bosque durmiente,
la
mirada oculta entre los senos,
la
mirada que sangra profecías,
la
mirada que siempre vaga lejos,
la
mirada que no es mía ni tuya
pero
es nuestra,
nuestra
como un feto de madreselvas,
nuestra
como el negror primero
que
da cuerda a los sueños.
Luchemos
por lo que nunca será
aunque
duela,
asfixiemos
la esperanza con otra
esperanza
más grande y más secreta.
Cerremos
los párpados con fuerza.
Acaso
la realidad desaparezca
y
los dedos aún tocarse puedan,
como
esfinge unificarse los cuerpos,
enlazarse
como laberintos los alientos.
Luchemos,
valientes, en pos de la Naturaleza
o
contra ella,
pero
luchemos,
cerremos
los párpados con fuerza.
L.S.
Querido L.S.:sé que no tengo tu autorización para publicar esto, pero me sentía demasiado egoísta teniéndolo sólo para mí.
Querida Mariana: no te preocupes, no necesitas ninguna autorización. Un día te dije que podías hacer lo que quisieras con mis palabras. Bueno, con las de Laszlo. El se siente muy gratificado de que publiques las suyas. Gracias por todo, pero antes que nada, gracias por leerlo. Tu, antes que nadie.
ResponderEliminarFelicidades al autor de este hermoso texto, y este blog es el blog más bonito que he visto en mi vida. No me acuerdo cómo llegue aquí, pero sé que quiero seguir viniendo para leer a su autora. De corazón los felicito, los admiro mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras "Club del árbol" ;le haré llegar tu felicitación al autor del poema. Espero que tengas oportunidad de leer otros de los textos (que sí son míos jejeje) e igualmente los comentes :DDD
EliminarUn saludo.