sábado, 15 de octubre de 2011

Doce

XII La lengua le ardía por dos razones distintas:en primer lugar, los dulces que él decidió comprar estaban enchilados en exceso (paradójicamente caramelos) y para su mala fortuna, no tenía conque quitarse la sensación molesta que, en segundo,  sólo se incrementaba por el hecho de que llevaba más de veinte minutos mordiéndosela a causa de las palabras que pugnaban por salir de su garganta. Ella trataba de impedirlo a toda costa, pero esos intentos se veían quebrantados siempre. Su voluntad era débil. Por lo que decidió entretenerla un rato con el movimiento de los ojos de él. Nunca había visto a alguien que los moviera  con esa velocidad.
Le preguntó: "¿por qué mueves los ojos tan rápido?" Tan absorto estaba mirando a las personas, que tardó en percatarse de su cuestionamiento. El movimiento cesó y posó los ojos en ella, que lo contemplaba fascinada y rememorando internamente lo que minutos más tarde había pasado. La probabilidad de que aquel acontecimiento haya más sido significativo en la mente de ella que en la de él, era amplia y basta. Entre remolinos de bocas y brazos se convirtieron en agua de huesos, que ya eran cenizas negras. La cama que estaba el centro de su habitación en aquel pequeño departamento, que llamaba hogar como simple eufemismo, aun guardaba calor entre las sábanas mezcladas.
Él introdujo un dulce en su boca antes de responderle: "estoy viendo". Señaló; un gesto de fastidio impercetible adornó el rostro que la atormentaba en largas ausencias.  Ella no había comido nada en todo el día, pero no podía importarle menos. Espero por dos meses que él tuviera tiempo libro para verla. No era como si ella estuviera ociosa todos los días. Aunque le costará aceptarlo a los demás, ser lo que era, consistía en una labor agotadora. Nunca le gustaron esos tacones que le exigían utilizar en el despacho. De tanto caminar, terminaba con los pies llenos de llagas y ampollas.
La elocuencia que ella estructuraba todos los días antes de entrar a su oficina, de desvanecía cuando lo tenía a ÉL de frente. De nuevo el conformismo hacia acto de presencia. Casi un día, unas horas o minutos le bastaban para seguir alimentando ficciones.
"Me hubiera arreglado más, quizá así, por llamativa, me miraría." "¿Es más interesante lo que hay por fuera que yo?"
"No...sólo mueve los ojos demasiado rápido..."

CINCO

1 comentario:

  1. Me tardé en encontrarla otra vez asdasdas. . . pero esta es de mis favoritas. Quizá sea porque me identifiqué con la historia. Él "mueve los ojos demasiado rápido"; ve tantas cosas y a la vez ninguna y si tú estás en el panorama, well no te espera un final muy agradable con alguien que sólo vive en instantes.

    Quiero más de prosa ;_; así.

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