miércoles, 1 de julio de 2009

Sobre el filo...


Y las lágrimas caen, acariciando cada parte de tu rostro, sucumbiendo ante tu boca, tu nariz, anidándose en tu cabello, que graciosamente cae sobre los delgados hombros, cuyos huesos, parecen transpasar la piel, la inmaculada tela de la ropa que cubre la pobre carcaza, se corrompe, con las marcas de las lágrimas que intentaron escapar a su fatídico destino, estampándose, contra el colorido de la ropa pérdiendose en el azul y el amarillo; una vez más la misma razón asistió a el alma, provocando el inevitable llanto que como un nudo, permanecía esperando a ser desatado, el torrente de la tristeza, imparable, ahogándo promesas, lavando la esperanza, arrastrando el recuerdo...

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