En la eterna espera de él que aun no ha llegado, como sabemos esto sino rozó ya nuestra mano, pasó a un lado liberando un suspiro, pronunció nuestro nombre o quizás nos ignoró porque tampoco lo sabía.
¿Por qué creo que eres para mí? Te mantengo como un puerto seguro, conservando cada uno de tus momentos creados, eres tú todo lo que dicta el momento, te espero y no has llegado.
Es difícil saber lo que queremos, pero muchas veces hemos vivido lo que no deseamos. En ocasiones, eres para mí, como este amor a ratos que tenemos, que aletarga la despedida.
Todo el tiempo nos esperamos y nos despedimos hasta compartir el último baile.
Y tengo esa sensación de llegada, esperando perderme en una mirada, quedarme por siempre en un corazón. Es que aún creo en lo simple y eterno, llévame contigo, no me beses, no me prometas si vas a marcharte.
Cuando ya no es lo mismo de antes, quiero vivir en la eterna conquista con ese miedo a perderte y que cada día que pase contigo, me des la seguridad de que te quedarás.
En este momento que me importa dejarte, sino borrar la historia que he escrito para ambos, de la cual aun no te has percatado.
El final que parecía inconcluso, se relata de manera imperceptible, y pasa de nuevo a mi lado, como tu ausencia, como todos esos días que desee a tu lado y que no llegaron, como cada una de las palabras pronunciadas en el silencio que jamás llegaron a tus odios, no queda más, no queda nada más sino perderme en el laberinto de memorias y de historias entrelazadas en los caminos de dos extraños.
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