Y en esas noches de inmensa oscuridad
entrelazando mis propias manos
como intentando pretender
que no había más soledad
las fantasias que leía una y otra vez
todas esas historias con amores verdaderos
no hacen más que abrir la brecha que atraviesa mi pecho
donde habita ese dolor
que me niego a admitir
pero con el cual lucho de una forma tan impetuosa
que al final del día
ya no me queda más fuerza
sólo la necesaria para juntar mis palmas
entretejer mis dedos
e imaginar que no soy yo misma
quien sostiene mi mano
sino aquella persona
que tanto tiempo llevo buscando...
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