Me gusta escuchar a los grillos a las cuatro de la tarde. Me recuerdan diferentes noches:aquella en la que me encontraba con la nariz sumergida en una almohada con estampado floral.
No dormía sobre el colchón, estaba en el suelo, que recubierto por algunas mantas funcionó como el sitio perfecto para descansar en un lugar completamente ajeno. El techo no me era familiar, por lo que decidí observar debajo de la cama donde dormía plácidamente una prima, a menos que mi memoria me falle y haya sido alguien más. Los grillos eran un insecto casi mitológico. No creo que cuente el haberlos conocido en una película donde los duraznos crecían del tamaño de una casa. El sonido de esos animalejos, el frío del cemento colándose por la tela de la playera que utilizaba como pijama. Era de un amarillo chillón, con brillantesletras azules. No recuerdo la leyenda que enunciaban; no fue mía, era un regalo. Esos días que visitas a la abuela y no tienes que ponerte en las noches. La mejor opción fue esa playera amarillo
chillón que me llegaba casi a las rodillas. Tenía 7 años y nunca he sido muy alta. No es algo sorprendente. Una noche, la noche del grillo debajo de la cama de mi prima. Creo que nos miramos por algunos instantes hasta que recordé mi natural aversión por los seres tan pequeños. Esa fue una. Faltan tantas.
al final del dia recostarse es la mejor opción
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