I Cayó la primera pieza del monumental cuerpo y ésta hizo un eco que retumbó casi intermitente, pero que a la vez parecía constante a modo de advertencia.
Se presumía que era una de las construcciones más sólidas de su época. La apariencia externa destilaba fortaleza y el diseño refleja cientos de cielos distintos. Mas por dentro, más adentro de sus cimientos, casi en la columna que lo cimentaba todo, los pedazos que la constituían comenzaron a llenarse de moho y suciedad; el agua que trasminaba entre los tabiques se coló lentamente hasta llegar a la raíz, la cual en este caso funcionó a la inversa: el agua no le traía prosperidad y vientos; el agua se movía lentamente, en ondas que se multiplicaban conforme las voces externas enunciaban; esas ondas alimentaron el temblor que generaría no sólo tropezones, sino quiebres que desleían lentamente todo. Ojalá las paredes tuvieran voces para alarmar la caída "estoy quebrándome en miles" cambió los cielos por las nubelosas.
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