sábado, 19 de marzo de 2011

Nosotros


Cierro las puertas y las ventanas de la memoria, con el inútil intento de mantener la esencia siempre viva, siempre fuerte, siempre presente. Quizá si regreso el tiempo podré desdoblar todo el cúmulo de sensaciones que, ahora, se han vuelto un nudo en mi garganta. Es tanto y a la vez tan poco lo que puedo expresarte, temo que el sentir atraviese mis orejas, mi boca y mis ojos, cuando lo único que pretendo es plasmar en palabras todo lo que significas, pero las letras me son insuficientes, los instantes demasiado cortos y el anhelo asfixiante.


Eras un extraño, un extraño amigable, de esos que te regalan una sonrisa cuando te acercas a preguntarles algo, de esos que te hacen reir o esbozar una sonrisa, aun cuando el lazo que nos unía era invisible, imperceptible, pero sin duda, naciente; fue eso, una duda, una sonrisa y un papel, fue suficiente para unirnos, el destino de dos desconocidos que cambió para mantenernos juntos.


Hebra delgada que creó palabras, momentos, tantos secretos, tantas lágrimas, tantos abrazos para el consuelo, regaños para el error y sonrisas para la euforia. Lazo que formó códigos, expresiones corporales ininteligibles para el resto, reminiscencias de los años siempre bastas de gozo. Cadena que sembró un sentimiento, que me unió perpetua, que convirtió el latido en uno solo; abrazos, hogares.


Es justo hoy con la distancia que me siento en callejones sin salida, porque detesto esta vez no conocer el camino, no reconocer el rumbo de ambos que alguna vez fue tan estrecho, que mantuvo nuestras manos enlazadas tantas veces, cuando nuestros ojos decían más de lo que aquí puedo escribirte, cuando poco bastaba para evocar tu presencia.


Ambos tan lejos, tan cerca, tan unidos, tan cercanos, tan extraños, y tan nuestros, tan queridos, tan añorados, tan amados, tan necesitados, tan ausentes.


Un "te amo" flota en el aire sobre mi cabeza, fluye con el soplo del viento, acaricia tu piel una vez más, imperceptiblemente nos conecta, te susurra que regreses al sendero, que camines a mi lado y continuemos hasta el final; que una vez más inventes conmigo, sueñes, mientas, imagines, odies, rías, llores, pero sobre todo, que permanezcas. Los recovecos de mi mente no serían lo mismo sin tu voz, nada sería lo mismo sin tu presencia, no sería yo, no sería nadie.


"Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos"


Por aquel "por siempre" que alguna vez invocamos.


L.

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