domingo, 29 de abril de 2012

Liviandad.

"Los ojos del niño permanecían absortos, inundados. Los labios entreabiertos dejaban salir un breve aire conciliador. La lengua estaba seca; los dientes, expectantes. El ligero pestañeo se detuvo. Él contempló lo que nadie notaba y encontró sólo un alma viva entre las masas". 

Creo que puedo ser realmente sincera conmigo, aquí, porque sé que pocos leerán lo que terminé pensando. Son reproches con destinos no identificables y procedencias desconocidas. Todo está funcionando de manera contraria. Ahora, sonrío con aquello que me causaba mayor pesar; que me causó pesar durante años. No es comparación, a ciencia cierta no sé qué es. No es un todo cae por su propio peso. Me reprocho por seguir expectante. Por el pálpito que me tiene incómoda. Por los nexos que me provocan retrotraer el pasado. 

También quiero sonreír por ello, pero se ha transformado en extraña fuerza. Aunque me lo pregunte tres veces, tres veces me quedaré sin respuesta. Es una interrogante que no podré resolver nunca. Queda la evidencia de lo factible. Lo ví, lo tengo que aceptar. 

"Perdiste. No como en un mal juego. Perdiste en una contienda donde no figurabas". 

Perdí. Sí, yo sí perdí. Recuerdo como paranoica. Intento asir espectros que están ahí, dando vueltas, que me hacen odiar cada lugar que miro, mas a la vez me reconquistan.

Perdí. 

Otra vez contra la memoria. 

Perdí.

Otra vez contra los años.

Perdí.

Otra vez contra un fantasma. 

"Es bueno que las vidas tengan varios círculos. Pero la mía, mi vida, sólo ha dado la vuelta una vez. y no del todo. Falta lo más importante. He escrito tantas veces su nombre dentro. Y aquí, ahora mismo no puedo cerrar nada."

1 comentario:

  1. Me recuerda que con frecuencia he pensado en el tiempo perdido, devorado por una memoria lúgubre que nos distorsiona el pasado... ¿acaso el recuerdo que nos vence por las noches es "la verdad"? O acaso la verdad se esconde en una niñez inmaculada que tuvimos y nunca volveremos a recordar, en ese niño que fuimos sin ser y nunca lo supimos. La derrota, pues, se bifurca en dos vertientes: el recuerdo atroz de lo imaginario, y la verdad inalcanzable del ayer. El circulo se cierra. No hay camino que no sea un nombre nunca nuestro, yo también lo reconozco. No hay camino que no sea otro circulo, pero esta vez, acaso uno ajeno al tiempo y al espacio, circulo de todos y de nadie, circulo triangular, circulo transparente.

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